(Des)ubicado(s)

Ahí estás. Otra vez. Tantas veces la misma imagen, la misma pared, la misma transparencia que demuestra el desgaste. Si pudiera retener y proyectar eternamente la noche de lluvia y de verano, la noche en que teníamos todo pero no lo sabíamos. Que se escapó y nos dejó, en otra noche de lluvia y de verano, perplejos y desorientados. Y ahora qué, me pregunto, y ahora qué. 
Nunca pude tenderte ni un puente ni una mano, menos una palabra; pero no, hoy no podemos estar acá, te digo. Hoy no. Ayer éramos más completos y hoy te siento tan… desconcertado pero perfectamente centrado que no puedo pararte. Pedirte, rogarte que me escuches… ¿en dónde estás? Cierro los ojos y recuerdo cómo se iluminaba el mar bajo nuestro refugio improvisado. La tormenta de hoy es la más fuerte. Y no sé cómo hacer para ayudarte.
Si sólo pudiera… Si existiera el modo… congelaría para siempre la sensación de que el mundo podía estar a nuestros pies. Pero hoy nos pesa el mundo.
Hoy nos hunde el mundo.
Extendido el tiempo, irrecuperable todo lo que creíamos, vuelvo a mirarte para comprender que fue real. Tal vez sí, con certeza (y con certeza, también, no encuentro el modo de volvernos a ubicar).